Desde no hace mucho es bastante habitual que viendo la tele, escuchando la radio de camino al trabajo o en el trascurso de una conversación con ese conocido tan "enterado de todo" se cuelen conceptos como vivienda bioclimática, electrodomésticos eficientes, certificado energético, auditoría energética ........ De primeras todos nos hemos preguntado qué es todo ese rollo que nos están dando con la importancia de la eficiencia energética, sin embargo, en esta entrada vamos a ver cómo, en mayor o menor medida, a lo largo de nuestra vida hemos manejado estos conceptos.
Un poco de historia
Ya en la prehistoria nuestros antepasados cayeron en la cuenta de la necesidad de buscar sitios donde poder resguardarse tras las largas jornadas en busca de comida. Para ello empezaron a cobijarse en lo que podemos denominar como los progenitores de nuestras viviendas actuales, las cuevas. Las especiales características de las cuevas proporcionan condiciones de temperatura y humedad estables a lo largo del año, que si lo pensamos un poco es básicamente una de las cosas que buscamos hoy en día para nuestra casa. Si a esto le añadimos que en la primera etapa en la que el hombre habitó la tierra no se había descubierto el fuego, vemos cómo las cuevas daban unas condiciones más que aceptables para vivir, y lo más importante para la Eficiencia Energética, se conseguía mantener esas condiciones de forma estable sin necesidad de fuentes de energía externas.
Acercándonos un poco más hacia nuestros días nos podemos encontrar cómo ya en épocas de los imperios egipcio y romano se empezaron a idear formas para climatizar los palacios. En Egipto, por ejemplo, al caer la noche los esclavos transportaban las piedras de los muros al desierto para que el frío de la noche las enfriara y así devolverlas a su lugar original durante el día, ayudando a bajar la temperatura de las estancia; con este sistema lograban mantener una temperatura estable de 27 grados en el interior mientras que en la calle se superaban los 50 grados. Otra solución empleada en la antigüedad consistía en instalar cortinas en las ventanas de los palacios, estas se mojaban con agua desde la parte superior, logrando que el aire que venía de la calle, al entrar en contacto con el agua de la cortina, bajara su temperatura de forma importante.
Tampoco tenemos que olvidar la importancia de la orientación de las viviendas. Ya en las primeras construcciones de las que tenemos constancia, se observa cómo el hombre en función de las temperaturas y los vientos predominantes de la zona ha buscado orientar la vivienda para protegerse o beneficiarse de estos, y así poder mantener unas buenas condiciones de humedad y temperatura empleando la menor cantidad de energía posible. Igual importancia tiene el color elegido para las fachadas, esto lo podemos ver fácilmente pensando en algunos de nuestros viajes por nuestro país, si bajamos al sur, encontraremos viviendas perfectamente encaladas en blanco; sin embargo si viajamos hacia el Cantábrico, las viviendas suelen ser de piedra oscura. Con ello lo que buscamos es aprovechar las ventajas que nos dan los distintos colores a la hora de controlar la temperatura, con el blanco de la cal hacemos rebotar los rayos, manteniendo el calor alejado de nuestras casas, por ello se emplea en lugares calurosos; al contrario, con los grises o marrones de la piedra logramos "atrapar" esos rayos de sol de forma que conseguimos que la temperatura de las viviendas suba.
Otro ejemplo son los molinos de viento o agua que podemos observar por todo el mundo. Hasta su invención, se emplearon los llamados "molinos de sangre" donde se empleaban esclavos y animales como fuerza motriz para moler el grano, sin embargo, con la aparición de los molinos, se cree que en Grecia o Roma, se pudo dejar de emplear esta forma de energía tan "dolorosa". Este descubrimiento rápidamente se fue extendiendo a otros usos, como el trasporte de agua u otros usos tan importantes como el drenado de amplios territorios de los Países Bajos ya en la Edad Media.
Nuestro día a día
Muchos recordaremos esas tardes en el pueblo sentados alrededor de la mesa con el brasero y la falda de la mesa camilla sobre las piernas y a la abuela diciéndonos ¡niño/a, no levantes las faldas de la camilla que se escapa el calor! Sin duda, el brasero es uno de los métodos más ineficientes de calefacción pero, sin embargo, esas faldas son otro claro ejemplo de que todos buscamos esa eficiencia energética.
Tampoco nos será raro recordar a nuestro padre apagando las luces de la casa diciendo "cómo se nota que tú no pagas la luz" o a esa madre bajando las persianas a la hora de la siesta en verano porque "por ahí sólo entra fuego a estas horas".
Pues bien, con estos ejemplos tan caseros y que muchos habremos vivido en nuestras propias carnes, vemos cómo "este rollo de la Eficiencia Energética" no es algo tan alejado de nosotros, sino que simplemente por el hecho de ser algo que siempre hemos hecho, lo tenemos tan interiorizado que no nos damos cuenta de que no son conceptos tan nuevos.
En próximas entradas entraremos más en materia con asuntos cómo los certificados energéticos o consejos para ahorrar energía en la climatización de nuestra casa.
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